Nuestra historia en la montaña
Este proceso fue acompañado por la implementación de prácticas agrícolas más responsables. La agricultura orgánica se convirtió en nuestra manera de producir y vivir, apostando por métodos que respetan la tierra y regeneran el suelo. Con el tiempo empezó a transformarse en un lugar de convivencia con la naturaleza.
Un proyecto con propósito
El proyecto no siempre fué lo que se ve hoy. La motivación principal fue rescatar un espacio y devolverle vida a la montaña. Cada paso, cultivo y cada sendero abierto entre los árboles responden a ese propósito.
Las cabañas son, en ese sentido, una extensión de este sueño. Construidas de manera consciente, buscan ofrecer a los visitantes algo más que un lugar donde dormir: un lugar donde recrearse, conectar y reflexionar.
Vivir la experiencia rural
Aquí se respira el aire puro del campo, se escucha el sonido de los pájaros al amanecer y se observa cómo el cielo se tiñe al caer la tarde. Nuestra rutina se entrelaza con la del bosque, el río y la huerta, y queremos compartir esa experiencia con quienes nos visitan.
El turismo aquí no es masivo ni acelerado. Lo que ofrecemos es un espacio íntimo y tranquilo, donde las personas pueden ser parte de la finca: caminar entre cultivos orgánicos, observar el proceso del compostaje, acompañar en la siembra o simplemente disfrutar del paisaje.
Semillas de comunidad
Al hospedar en nuestras cabañas, los visitantes no solo disfrutan de un espacio privado, sino que también se convierten en parte de una historia más amplia: la de un pueblo que conserva tradiciones rurales, mantiene viva la cultura campesina y se proyecta como un destino sostenible.
La montaña como hogar
Más que un sitio turístico, esta finca es nuestro hogar. Aquí vivimos y trabajamos, cuidando cada rincón como parte de nuestra vida diaria. Eso hace que la experiencia de hospedarse sea diferente: quienes llegan se encuentran con una familia que abre las puertas de su espacio vital.
Por eso, cada detalle tiene un toque personal. Las cabañas, los senderos, la huerta y hasta las fotos que compartimos nacen de un vínculo real con este lugar.