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El Entorno

El entorno que rodea nuestras cabañas está marcado por la esencia de Jaris de Mora, un pueblo campesino que mantiene vivas sus raíces. Aquí todavía se percibe el aroma del cañal y se escuchan historias ligadas a la producción artesanal en los trapiches. Sus calles tranquilas y la calidez de sus habitantes invitan a conectarse con una Costa Rica rural.
 
 

El corazón de Jaris de Mora

La ubicación es estratégica: estamos a menos de una hora de San José, pero la sensación es la de haber viajado a un mundo aparte. Los visitantes se sorprenden al descubrir que tan cerca de la ciudad aún existe un entorno natural tan bien conservado y lleno de cultura local.
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Montañas que protegen y acogen

El paisaje montañoso define el carácter del entorno. Las lomas y quebradas no solo aportan vistas espectaculares, sino que también crean un microclima fresco y saludable. Las mañanas suelen estar cubiertas de neblina suave, mientras que las tardes ofrecen cielos despejados ideales para caminatas o descanso.

Estas montañas han sido reforestadas poco a poco, creando corredores biológicos donde aves, mamíferos y mariposas encuentran refugio.

Cultura y tradición

Jaris no es solo paisaje, también es tradición. En sus alrededores todavía se conservan prácticas rurales como el trabajo en trapiches, donde se procesa la caña de forma artesanal. Visitar estos espacios es adentrarse en la cultura local, aprender sobre los ciclos de la tierra y comprender la importancia del esfuerzo campesino en la identidad del lugar.

Las fiestas comunitarias, la iglesia y los encuentros familiares forman parte del entorno humano que da vida al pueblo. Quienes visitan nuestras cabañas no solo disfrutan de la naturaleza, sino también de la cercanía con una comunidad que abre sus puertas con hospitalidad.

Naturaleza cercana

El entorno inmediato de nuestras cabañas está rodeado de senderos naturales que permiten al visitante sumergirse en la montaña en cuestión de minutos. Riachuelos, cascadas y caminos rurales ofrecen un sinfín de posibilidades para explorar sin necesidad de largos desplazamientos.

Cada sendero es una invitación a observar lo que la montaña guarda: desde aves de colores intensos hasta la vegetación que crece gracias a la humedad y la sombra de los árboles reforestados. La proximidad con la naturaleza es parte esencial de lo que significa hospedarse aquí. La ubicación es estratégica: estamos a menos de una hora de San José, pero la sensación es la de haber viajado a un mundo aparte. Los visitantes se sorprenden al descubrir que tan cerca de la ciudad aún existe un entorno natural tan bien conservado y lleno de cultura local.

A 40 minutos, otro mundo

Uno de los aspectos más sorprendentes del entorno es su accesibilidad. A tan solo 40 minutos de San José, se abre un espacio que parece desconectado del resto del país. El contraste entre la vida acelerada de la ciudad y la calma del campo es inmediato. 
Este “otro mundo” no solo se percibe en el paisaje, sino también en el ambiente: aquí no hay tráfico, ruido ni distracciones urbanas. Lo que se ofrece es un entorno para detenerse, contemplar y redescubrir la conexión con lo esencial.

Un entorno en transformación

El trabajo de reforestación y agricultura orgánica que se ha realizado también ha transformado el entorno. Hoy se cubre de árboles jóvenes y suelos más fértiles. La finca y sus alrededores muestran que es posible regenerar un paisaje con esfuerzo constante.

Esta transformación no solo se ve, también se siente. La presencia de más aves, la frescura del aire y la sombra de los árboles dan testimonio del cambio. Así, el entorno se convierte en ejemplo de cómo la relación respetuosa con la tierra puede mejorar la calidad de vida tanto de quienes habitan como de quienes visitan.